miércoles, 17 de diciembre de 2008
Paris Hilton, un ser asesinable
Hace tiempo pasé unos cuantos días en un pueblo en compañía de unos amigos, unos días en los que, en una charla cualquiera, surgieron dos palabras que hasta entonces nunca había oído juntas: Paris Hilton. Inmediatamente pensé que se trataría de alguna película que se desarrollaría en algún hotel de lujo de París o algún reality show estilo Gran Hermano en algún hotel de la capital francesa. Así pues, por esta razón hice mi controvertida pregunta: ¿Qué es Paris Hilton? La reacción fue de no dar crédito, ¡¿Qué, no sabes quién es Paris Hilton?! No, tu me estás tomando el pelo. Entonces yo le contesté: ¿Quién? Ah, entonces es una persona, joder, pues tiene nombre de hotel.
A partir de aquel momento comencé a saber más de cierto personajillo despreciable pero mi orgullo personal nunca se vio tan enaltecido. Al parecer todos mis esfuerzos para mantener mi cerebro en cuarentena frente a la basura mediática, a la prensa fucsia que habla de furcias y, en definitiva, a todos los intentos extraoficiales diseñados para que yo sea un borreguillo más, dieron resultado. Declaro por tanto a mi mente como territorio libre de infecciones de color de rosa.
Pasado un tiempo, el nombre de ese ser comenzó a sonarme más, hasta el punto de que ahora si me la cruzo por la calle sabré quien es. Sin embargo, lo peor de todo es que, a parte de su cara, ahora conozco detalles de su vida y son estos detalles los que me hacen despreciarla cada día un poquito más.
Hablemos pues de Paris Hilton:
Paris Hilton es una niña de parvulario nacida a principios de los 80, que de hecho es mayor que yo, pero que es y seguirá siendo una niña de parvulario hasta que se reseque su tan cacareada y cotizada feminidad.
En una ocasión un sociólogo cuyo nombre no recuerdo enunció una teoría según la cual el subdesarrollo se debe a que la elevada temperatura y la abundancia de alimentos originaron una vida demasiado fácil a muchos pueblos y, de este modo, no necesitaron desarrollar el ingenio como hicieron otros para sobrevivir. El caso de Paris Hilton es sin duda una prueba viviente de que esa teoría es cierta pues se trata de un ser que jamás en su vida ha sudado una sola gota por motivos ajenos al sexo o a ociosas vacaciones tropicales. Sí, así es, el País de las Maravillas existe, está en la mente de Paris Hilton y otra gran molesta minoría de seres estúpidos y asesinables que basan sus vidas en comprarse ropitas, irse de fiestuquis, pasarse horas mirándose la puta cara en un espejo y estupideces del mismo estilo mientras creen que realmente el mundo funciona como los felices y placenteros parques infantiles para adultos en los que pasan su, por otra parte, tristísima vida.
Resulta pues que no se bien si por morbo sádico, pasión circense o admiración fanática, la mencionada niña de parvulario es una estrella mediática de la que tenemos que saber todo. Cada vez que la susodicha es fornicada salvajemente ante una cámara, se va de fiestuqui con alguna petardísima amiga o dice alguna estupidez de las suyas, millones de árboles pueden escribir su testamento pues serán talados para que nadie se pierda ni un detalle de las banalidades de este ser. No es que me haya convertido al ecologismo radical, es imprescindible talar árboles para el tan necesario papel pero, tal y como están los bosques prefiero que mueran por algo con más sentido.
Hace poco Paris Hilton y la gigantesca burbuja de chicle de fresa edulcorada en la que lleva inmersa desde que nació, se dieron un paseo por España para promocionar algo que ni me interesa saber de que iba y que, por no querer enfadarme más aún, no averigüé. El rato en el que se hizo la rueda de prensa no pudo ser más patético, en un momento dado un periodista hizo una pregunta que a este ser no le gustó, motivo por el cual se puso de morritos y se encerró en un cuarto de baño durante 2 horazas. Posteriormente se le pasó la tontería y salió de nuevo para responder a los estresados periodistas que en silencio se reían de ella. Uno de esos periodistas, ni tonto ni perezoso, preguntó a Hilton qué se le ocurría para hacer frente a la Crisis económica mundial. La pregunta estuvo claramente malintencionada pues sabemos todos de sobra que a la calaña a la que pertenece esta cría no llegan las preocupaciones económicas como tampoco llega el riego sanguíneo a su cerebro aún sin estrenar. Aún así la respuesta dejó a más de uno descolocado de por vida:
"Hay que vestir con colores vivos y no parar de sonreír, como hago yo"
En otras ocasiones se despachó con otras frases célebres como las de:
"Soy la prueba viviente de que las rubias no son tontas" ... en fin.
Concluyo este artículo implorando a los cielos que vuelvan los días e los que los pobres odiaban a los ricos en lugar de querer ser como ellos.
Tiempo al tiempo.
Etiquetas:
consumo,
decadencia,
gentuza,
modas,
Paris Hilton,
prensa rosa,
ricachones,
telebasura
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me quedo con el último párrafo. últimamente y cada vez más los pobres, como las zorras poligoneras, quieren ser como Victoria Beckham o como la zorra palaciega de Hilton, y me hace la misma gracia que los obreros que votan al PP. Sí, tiempo al tiempo.
Publicar un comentario