martes, 23 de diciembre de 2008

La venganza es buena


Uno de los errores más comunes de nuestra sociedad son las cárceles, no, tranquilos, no me he convertido al anarquismo pacifista neohippie ni cosa semejante. Se trata tan solo de un punto de vista que a mi me parece de lo más ridículo, idealista y, al fin y al cabo, tan hipócrita como la moralina cursi con la que somos día a día adoctrinados... la reinserción.

La reinserción es un extraño concepto según el cual el pederasta más repugnante o el neonazi con el cerebro más lavado es visto como una persona que simplemente perdió el rumbo y que, por tanto, es capaz de encontrar de nuevo el camino recto. Lo que acabo de exponer es algo que me repugna pues pasa por alto un derecho legítimo de cada ser humano, un derecho que el llamado mundo civilizado niega del modo más fariseo, el derecho a la venganza.

Para empezar a mi me importa una mierda si el asesino / pirado de la baraja ha visto la luz y quiere pasarse el resto de su vida haciendo aeromodelismo, me la trae al fresco si un asesino violador de ancianas de por ahí dice que se arrepiente y quiere estudiar teleco por la U.N.E.D. Ya ves tu lo que me importan a mi esas cosas.

Partamos de una base muy sencilla, los presos no son todos enfermos y por tanto la prisión debe ser un medio que cause terror. Las penas para asesinos, violadores, pederastas, ladrones de guante blanco con oficinas en rascacielos, etc... deberían ser de cadena perpetua sin posibilidad ni de reducción ni permisos ni libertad condicional ni nada. El ser humano, lo siento señores creyentes, no es el reflejo de un ególatra Dios perfecto, y lo siento también por aquellos antropocentristas revolucionarios franceses, en especial Rousseau, pero el ser humano no es un ser bueno al que la sociedad pervierte. El ser humano es un animal violento, feroz, depredador y cainita como pocos y toda su sociedad, todos sus patrones y dogmas culturales según los cuales el sufrimiento ajeno se considera nocivo, no son más que intentos vanos para contener su propia sed de sangre. Decidme entonces qué podemos esperar del único animal que necesita fabricar jaulas para salvaguardarse de si mismo... NADA.

Ataulfa propone, por tanto, que nos dejemos ya de falsos idealismos y de confiar tan ciegamente en el sobrevalorado género humano. El concepto de venganza debe ser reivindicado pues es el más humano y primigenio impulso a la justicia que nuestra desorientada especie haya conocido y también es, por si alguien no se había percatado, el único impulso a la violencia que no es gratuito.

Aderezo este artículo con dos citas célebres que resumen buena parte de lo comentado:

"Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego." Gandhi

"...mejor que nos quedemos todos ciegos a que solo vea el que me sacó los ojos." Ataulfa

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Paris Hilton, un ser asesinable


Hace tiempo pasé unos cuantos días en un pueblo en compañía de unos amigos, unos días en los que, en una charla cualquiera, surgieron dos palabras que hasta entonces nunca había oído juntas: Paris Hilton. Inmediatamente pensé que se trataría de alguna película que se desarrollaría en algún hotel de lujo de París o algún reality show estilo Gran Hermano en algún hotel de la capital francesa. Así pues, por esta razón hice mi controvertida pregunta: ¿Qué es Paris Hilton? La reacción fue de no dar crédito, ¡¿Qué, no sabes quién es Paris Hilton?! No, tu me estás tomando el pelo. Entonces yo le contesté: ¿Quién? Ah, entonces es una persona, joder, pues tiene nombre de hotel.

A partir de aquel momento comencé a saber más de cierto personajillo despreciable pero mi orgullo personal nunca se vio tan enaltecido. Al parecer todos mis esfuerzos para mantener mi cerebro en cuarentena frente a la basura mediática, a la prensa fucsia que habla de furcias y, en definitiva, a todos los intentos extraoficiales diseñados para que yo sea un borreguillo más, dieron resultado. Declaro por tanto a mi mente como territorio libre de infecciones de color de rosa.

Pasado un tiempo, el nombre de ese ser comenzó a sonarme más, hasta el punto de que ahora si me la cruzo por la calle sabré quien es. Sin embargo, lo peor de todo es que, a parte de su cara, ahora conozco detalles de su vida y son estos detalles los que me hacen despreciarla cada día un poquito más.

Hablemos pues de Paris Hilton:

Paris Hilton es una niña de parvulario nacida a principios de los 80, que de hecho es mayor que yo, pero que es y seguirá siendo una niña de parvulario hasta que se reseque su tan cacareada y cotizada feminidad.

En una ocasión un sociólogo cuyo nombre no recuerdo enunció una teoría según la cual el subdesarrollo se debe a que la elevada temperatura y la abundancia de alimentos originaron una vida demasiado fácil a muchos pueblos y, de este modo, no necesitaron desarrollar el ingenio como hicieron otros para sobrevivir. El caso de Paris Hilton es sin duda una prueba viviente de que esa teoría es cierta pues se trata de un ser que jamás en su vida ha sudado una sola gota por motivos ajenos al sexo o a ociosas vacaciones tropicales. Sí, así es, el País de las Maravillas existe, está en la mente de Paris Hilton y otra gran molesta minoría de seres estúpidos y asesinables que basan sus vidas en comprarse ropitas, irse de fiestuquis, pasarse horas mirándose la puta cara en un espejo y estupideces del mismo estilo mientras creen que realmente el mundo funciona como los felices y placenteros parques infantiles para adultos en los que pasan su, por otra parte, tristísima vida.

Resulta pues que no se bien si por morbo sádico, pasión circense o admiración fanática, la mencionada niña de parvulario es una estrella mediática de la que tenemos que saber todo. Cada vez que la susodicha es fornicada salvajemente ante una cámara, se va de fiestuqui con alguna petardísima amiga o dice alguna estupidez de las suyas, millones de árboles pueden escribir su testamento pues serán talados para que nadie se pierda ni un detalle de las banalidades de este ser. No es que me haya convertido al ecologismo radical, es imprescindible talar árboles para el tan necesario papel pero, tal y como están los bosques prefiero que mueran por algo con más sentido.

Hace poco Paris Hilton y la gigantesca burbuja de chicle de fresa edulcorada en la que lleva inmersa desde que nació, se dieron un paseo por España para promocionar algo que ni me interesa saber de que iba y que, por no querer enfadarme más aún, no averigüé. El rato en el que se hizo la rueda de prensa no pudo ser más patético, en un momento dado un periodista hizo una pregunta que a este ser no le gustó, motivo por el cual se puso de morritos y se encerró en un cuarto de baño durante 2 horazas. Posteriormente se le pasó la tontería y salió de nuevo para responder a los estresados periodistas que en silencio se reían de ella. Uno de esos periodistas, ni tonto ni perezoso, preguntó a Hilton qué se le ocurría para hacer frente a la Crisis económica mundial. La pregunta estuvo claramente malintencionada pues sabemos todos de sobra que a la calaña a la que pertenece esta cría no llegan las preocupaciones económicas como tampoco llega el riego sanguíneo a su cerebro aún sin estrenar. Aún así la respuesta dejó a más de uno descolocado de por vida:

"Hay que vestir con colores vivos y no parar de sonreír, como hago yo"

En otras ocasiones se despachó con otras frases célebres como las de:

"Soy la prueba viviente de que las rubias no son tontas" ... en fin.

Concluyo este artículo implorando a los cielos que vuelvan los días e los que los pobres odiaban a los ricos en lugar de querer ser como ellos.

Tiempo al tiempo.