Hace un rato me he puesto a leer los extraños y variopintos artículos del periódico gratuito 20 minutos en su versión internáutica. Entre noticias importantes y otras más frívolas me encuentro con la cara de un tío que no había visto en mi vida con una frase debajo, la frase era la siguiente: Julito se pasea desnudo por la casa de GH 10.
No sabía quién demonios era ese tal Julito ni por qué me lo mencionan por su apodo como si fuera mi coleguita del barrio de toda la vida hasta que caí en la cuenta de que GH era Gran Hermano. En aquel momento su cara cambió para mi, ya no era un desconocido incitando mi curiosidad ante la familiaridad con que era nombrado, en ese momento se convirtió en una suerte de perro poniéndome ojitos de Bamby para que le haga caso mientras mueve la cola en el indigno suelo. ¿Por qué hizo eso este tipejo? ¿Qué necesidad tiene nadie de saber si ese infeliz de tres al cuarto pasea en bolas? O más interesante ¿qué necesidad tiene persona alguna de este mundo en saber de las andanzas de ese Don Nadie? Ninguna, pero su cara de tonto feliz delataba o se me antojaba como que realmente ese es el centro de su vida, que no tiene nada en la cabeza más que enseñarle al vulgo más atrasado cómo se rasca los cojones.
Este es el nuevo inútil al que hemos de adorar
Sin duda los promotores del engendro mediático de Gran Hermano han logrado lo imposible, han logrado que millones de jaulas con monos sintonicen desde sus respectivos zoológicos un programa donde solo se puede ver a otros monos en jaulas. Lo más patético de esto es que cuando los mediocres primates que salen por la tele vuelvan a su vida normal mirarán por encima del hombro a todos los demás de su especie solo porque estuvieron allí.
Un día podría hacer una cosa, seguir con una videocámara al más gris y aburrido de todos los seres humanos con los que nos codeamos en el Metro o en el autobús. Grabaremos la forma en que ese hombrecillo toma cada taza de café mientras ojea un periodiquillo deportivo y la forma en que usa y tira cada mondadientes. Analizaremos cada aspecto banal de la vida de la susodicha nueva estrella en reportajes especiales y pos su puesto pondremos a una tarada que va de periodista seria e imparcial para que nos analice con gestos histriónicos cada pedo que salga de las nalgas de nuestro personaje.
¿Por qué tanta obsesión con la fama? No lo se pero lo peor es que tras el programa este tan absurdo aparecerán centenares de descerebrados queriendo hacerse notar porque este u otro imbecil de ese programa compraba el pan en su panadería o iba a su misma clase en párvulos aunque nunca se hablaron.
Todo esto es porque la población está enferma de un grave complejo de inferioridad ante quienes son ricos y famosos. Así es, no solo debemos acomplejarnos por no comprarnos un cochazo nuevo cada año, cosa que no nos hace ninguna falta, sino que ahora tenemos que añadirnos el complejo de ser anónimos, de no ser reconocidos por la calle, de no salir en la wikipedia ni en esas repugnantes revistas que las personas más mediocres leen en la peluquería.
Si por mi fuera derrumbaría la puta casa de Gran Hermano mientras duermen sus participantes y ocultaría las pruebas. A continuación cerraría las emisiones de televisión de todo el planeta como medida de choque contra el lavado de cerebro y finalmente repartiría libros entre la población y obligaría a hacer un trabajo y un estudio de cada uno a cada humano de la Tierra cada mes durante el resto de su vida. Sería una nueva obligación como cuando renuevas el D.N.I. o declaras a Hacienda.
Quienes no cumplan con estas espectativas no podrán optar a NADA en la vida, ya que prefieren la vida de las lombrices que vivan como ellas.
1 comentario:
Lo que me he reído :D
Te agrego a favoritos, porque veo que te cagas en muchas cosas en las que yo me he cagado ya mil veces.
Saludos!
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