martes, 21 de octubre de 2008

La "escuela" de la calle


Por fortuna este año tengo la mayoría de las clases por la tarde, lo que me permite además de levantarme a una hora normal, hacer las cosas que a otras horas del día me da pereza, como ir a súper o a comprar cosas que necesito. Pero mis agradables paseos matinales se ven incomodados por una alarmante cantidad de individuos que en lugar de estar en clase, malgastan su tiempo en cosas más importantes como fumar porros y decir tonterías propias de un deficiente mental.


Casualidades de la vida, o no, estos individuos son en su mayoría canis, pokeros, o como leches quiera llamarlos uno, para no son mas que gentuza. De verdad que me pone enfermo ir tranquilamente por la calle y ver a un grupito de estos sub-seres tirados en un banco fumado y gritando. Lo que mas me revienta aun es que te miran con sus miradas vacías y esbozan una mueca de superioridad, como si en esta vida hubiesen hecho algo que de verdad mereciera la pena. Que me mire por encima del hombro un ganador del premio novel lo entiendo perfectamente, pero que lo haga un niñato de estos que en su vida ha leído un libro, pues mira no.


Estoy seguro que algún día alguno de estos personajillos abocado a un empleo de mierda por no haber querido estudiar aun teniendo la posibilidad y la obligación de ello, se quejara de que los inmigrantes vienen a este país a quitarnos el trabajo. Que los inmigrantes nos quitan el trabajo, menuda gilipollez, yo aun no he visto a ningún marroquí sentado delante de la pantalla de un ordenador en una oficina, o a algún europeo del este con un puesto de ejecutivo. Es mas, ni siquiera a un inmigrante de capataz de obra o supervisor de algo.


A grandes males grandes remedios, asi de claro. Lo único que se me ocurre en estos caso en los que adolescentes se niegan a estudiar o ha aceptar normas, que únicamente se limitan a chupar de la teta del estado y de sus padres, los obligaba ha hacer el servicio militar o a ser ingresados obligatoriamente en programas de educación con una férrea disciplina. Incluso obligarles a devolver parte de los que el estado les ha dado con trabajo comunitario

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